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9 de agosto de 2009

Editorial: La mirada perdida




Hace algo mas de una semana poníamos por fín a pleno rendimiento un proyecto que nació muchos meses atrás. Tras dificultades varias que no vienen al caso, hemos conseguido llevar a la red todas aquellas ideas que circulaban por nuestra cabeza mediante blogger aunque sea provisionalmente. Y es que no dudéis que esto es un proyecto serio, muy serio, que planeamos llevar mas allá con un dominio propio y un servidor dedicado. Manteniendo el diseño, manteniendo el concepto que desde el principio tuvimos en mente tanto Pedro Garcia como yo pero facilitándonos el trabajo.

La idea de este primer editorial era hablaros de nuestros objetivos, era hablaros de nosotros, pero la actualidad nos ha superado, la triste perdida de John Hughes me lleva a otros derroteros, otros derroteros menos agradables.

Puede que John Hughes no fuera uno de los mejores directores de la historia, puede que no fuera uno de los mejores guionistas, pero John Hughes ha sido el padre de la comedia familiar americana, ha sido el retratista de la juventud de los ochenta y parte de los noventa, ha sido el padre creativo de realizadores como Chris Columbus, Ivan Reitman, Judd Apatow y un centenar mas de realizadores deudores de su cine, y como bien han indicado muchos a lo largo y ancho de la red, su muerte supone la muerte definitiva de los ochenta y supone, probablemente, el paso a la madurez para muchos de nosotros que nacimos en aquel periodo. Un periodo complejo, lleno de demonios, en plena guerra fría, con una juventud inquieta que solo John Hughes y el escritor Douglas Coupland han sabido perfilar con mucho acierto.

Puede que Hughes solo retratara la juventud norteamericana, pero el resto de jóvenes que poblamos este diminuto microcosmos siempre nos hemos visto reflejados directa o indirectamente en ellos, así que digamoslo claramente, Hughes describió como pocos han hecho nuestras vidas adolescentes. Quizás de manera algo edulcorada sí, pero así es la magia del cine.

Pero su muerte no solo significa el fin de la infancia, supone también la desagradable realidad del estado de la prensa española. Mientras en la prensa de prestigio norteamericana (lease Variety, The Hollywood Reporter y webs tan importantes como AICN o Coming Soon) las noticias se han sucedido y el impacto ha sido mayúsculo, la prensa nacional no ha tenido ni un pequeño comentario para este realizador. Ni uno. La televisión no le ha dedicado ni un mísero segundo, ni una emisión de alguna de sus películas a modo de homenaje como si lo han hecho en otras ocasiones con otros grandes fallecidos. Y esto me produce una terrible tristeza, porque Hughes era grande, muy grande. Solo los blogs independientes, las webs que no ganamos ni un duro con este trabajo pero que lo hacemos con todo el amor del mundo nos hemos hecho eco de la noticia en este país cargado de indecencia. Solo nosotros, la auténtica prensa independiente, aquellos que hacemos esto con cariño, que le dedicamos horas de nuestras vidas por amor al cine hemos dedicado sentidas palabras al realizador y a su familia, porque nosotros al menos, mas allá de las audiencias, de las ventas, de la publicidad, si somos conscientes de lo que hemos perdido. Y así lo han reflejado nuestros correspondientes lectores, enviando sinceras condolencias a la familia, porque los que amamos el cine por encima de todas las cosas, lloramos amargamente por la pérdida de John Hughes.

No voy ahora a elevarlo al altar de los grandes como Welles, Bergman o Lang, ni hablar, las comparaciones son odiosas, pero es justo que le recordemos como se merece. Y si la prensa española que depende de las ventas no quiere o no puede escribir ni un jodido pie de página, allá ellos, nosotros escribiremos lo que ellos no quieren, nosotros desde la humildad que nos caracteriza como prensa amateur le dedicaremos el espacio que le corresponde, y le haremos los homenajes que haga falta. Porque John Hughes lo merece, y lo merece porque dirigió 16 velas, El club de los cinco, Todo en un dia, La pequeña picara, Solos con nuestro tio… Lo merece porque escribió los guiones de Solo en casa, Beethoven… Lo merece porque nos hizo pasar grandes momentos frente a la pantalla, algo que está al alcance de muy pocos, lo merece porque dignificó la comedia adolescente que se había estancado en subproductos como Porky’s, lo merece porque no nos trató como imbéciles.

La mirada perdida era el título elegido desde un inicio para este editorial, cuando aún no había saltado la noticia, quien me iba a decir a mi que me encontraría manteniendolo para hablar de algo completamente distinto. John Hughes: La mirada perdida, podría ser un extraordinario obituario, porque eso es lo que hemos perdido, la mirada de John Hughes.

Descanse en paz.

Javier Moreno

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