Crítica: Solomon Kane Entretenimiento para el verano




FICHA TÉCNICA

T. ORIGINAL: Solomon Kane
AÑO: 2009
NACIONALIDAD: Gran Bretaña
DIRECTOR: Michael J. Bassett
GUIÓN: Michael J. Bassett (Personajes: Robert E. Howard)
MUSICA: John Ottman
REPARTO: James Purefoy, Max Von Sydow, Pete Postlethwaite, Rachel Hurd-Wood, Alice Krige, Mackenzie Crook
PRODUCTORA: Coproducción Reino Unido-Francia-República Checa; Davis-Films / International Production Company / Wandering Star Pictures
GENERO: Aventuras

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ARGUMENTO

Cuento épico centrado en un soldado del siglo XVI atormentado por sus actos del pasado y que busca la redención combatiendo un siniestro poder que amenaza su reino.

TRAILER

CRÍTICA

He de decir que admito mi ignorancia supina respecto a la obra de Robert E. Howard más allá de Conan y Red Sonja. Confieso con total libertad que desconocía el personaje de Solomon Kane y es por ello que no puedo juzgar la película respecto al material original.

También es cierto que la película no ofrece mucho, y no da pie para un análisis más o menos profundo que nos permita analizar hasta la médula cada uno de los argumentos que nos presenta Michael J. Basset, director de la interesante aunque fallida Deathwatch, ambientada en la primera guerra mundial, y cuyo mayor logro era un estilo visual poderoso.

El mismo logro que el de esta Solomon Kane. Porque a la película se le podrá criticar por muchos otros motivos, pero lo que es innegable es que posee un diseño de producción impecable, donde se nota la dedicación que le han puesto a la hora de recrear esa Inglaterra del siglo XVI.

Más allá de ello, Solomon Kane ofrece la clásica película de aventuras con antihéroe redimido, que visualmente se acerca más a la excelente Conan El Bárbaro de John Millius que a las orgías infográficas de Peter Jackson, y quizás ese sea su mayor logro y acierto, recuperar para la gran pantalla esa estética ochentera que tantos buenos ratos nos hizo pasar los sábados a media tarde frente al televisor y el cine.


No busca otra cosa que entretener al público, y hemos de decir con orgullo que lo consigue, porque su función era esa y la cumple perfectamente. Podríamos echar en falta miles, millones de cosas dentro de lo que nos ofrecen: Que sea más visceral (aunque sangre tiene), que dibuje mejor los personajes (todos ellos planos y arquetípicos), que busque la aventura mas allá de lo que nos muestran… Pero sería pedir demasiado a una película de estas características, donde el malo se convierte en bueno y debe acabar con los malos para salvar su alma. Quizás demasiada apología religiosa para el que este texto escribe, fiel devoto del ateísmo más radical y desmesurado, pero también es cierto, que un guión mas pulido podría haber profundizado en esa residual dualidad entre el bien y el mal que en un momento puntual nos regalan. Y es una pena, porque si lo hubieran hecho, la película probablemente hubiera ganado en profundidad y hubiera acabado siendo algo más que un mero espectáculo devora palomitas.

Al margen de esta disyuntiva, nos encontramos con un grupo de actores a cada cual peor, desde James Purefoy, émulo bastardo y versión barata de Hugh Jackman hasta Pete Postlehwaite, grandísimo actor de carácter completamente inocuo en esta obra, pasando por otro grupo de actores irrelevantes a pesar del nombre que arrastran. Pero tampoco es intención de la obra ofrecer interpretaciones celestiales, es más, hubiera sido una completa sorpresa, encontrarnos con alguna interpretación mínimamente potable en esta bacanal de espada y brujería, donde los desmembramientos están a la orden del día aunque sean más bien pocos.

Nada mas queda por añadir en la crítica de esta producción británica, exclusivamente orientada a públicos poco exigentes que simplemente buscan evadirse un sábado por la tarde mediante una entretenida película de aventuras con malos muy malos que pagarán por sus errores, mucho látex y algunos efectos visuales realmente buenos. El resto, nos liberaremos de nuestros prejuicios y nuestras filias cinematográficas para intentar pasar un agradable pasatiempo más propio del verano que de las fechas en las que estamos.

Javier Moreno