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21 de octubre de 2009

Crítica: The Hills Run Red Baby Face ataca de nuevo



FICHA TÉCNICA

T. ORIGINAL: The Hills Run Red
AÑO: 2009
NACIONALIDAD: EEUU
DIRECTOR: Dave Parker
GUIÓN: John Dombrow (Historia: John Carchietta)
MUSICA: Frederik Wiedmann
REPARTO: William Sadler, Sophie Monk, Tad Hilgenbrink, Mike Straub, Janet Montgomery, Alex Wyndham, Raicho Vasilev, Itai Diakov, Ewan Bailey
PRODUCTORA: Dark Castle Entertainment / Warner Premiere / Fever Dreams / Ludovico Technique
GENERO: Terror.
WEB OFICIAL:



ARGUMENTO


Tyler, un fanático de las películas deseoso de encontrar una copia completa de un slasher, se adentrará junto a dos amigos a los bosques donde fue rodada.
Pronto descubrirán el motivo por el que la película nunca se completó en aquel bosque cuando su aventura se convierta en una terrible pesadilla...


TRAILER


CRÍTICA



Charlaba con un amigo y compañero de fatigas recientemente sobre la trayectoria de Dave Parker a colación de esta crítica e inmediatamente nos vinieron a la memoria un par de títulos: Kraa!, el monstruo marino (Kraa! the Sea Monster, 1998), un casposo homenaje al Kaiju-Eiga más lisérgico (con alienígena de acento napolitano incluido) y su incursión en el género zombie producida por la Full Moon de Charles Band, el gestor de la fallida Empire, Los Muertos odian a los Vivos (The Dead Hate the Living!, 2000), un accidentado rodaje de serie Z con puertas interdimensionales al Ultramundo de los Muertos Vivientes, ahí queda eso. Y es precisamente ese el nexo de unión con la película que pudimos disfrutar en la pasada edición del Festival de Sitges, una incursión en el cine dentro del cine, la obsesión y los límites de la misma.

Y es que en aquella "Los Muertos" nos encontramos al homo-antecessor del protagonista de la presente The Hills: un joven director dispuesto a todo por terminar el rodaje de su película, cueste lo que cueste, traspasando incluso los límites del comportamiento ético. Tyler (Tad Hilgenbrink, protagonista de ese engendro-secuela llamado The Lost Boys: The Tribe) en este caso es un fan obsesionado con un slasher maldito, The Hills Run Red, al que el misterio envuelve: plagado de imágenes tan escabrosas y realistas que después de ser exhibida una única vez debido a su extrema violencia desapareció sin dejar rastro, al igual que su director, en desconocidas circunstancias... Tal es la fijación del joven por descubrir la leyenda negra detrás del legendario título que se embarca en una búsqueda junto a su novia y su mejor amigo grabando un documental que recupere el legado de su realizador y su obra cumbre y que, inevitablemente, le conducirá a descubrir, muy a su pesar y al de sus compañeros de viaje, cual es el terrible secreto que esconde la violenta cinta.



Un argumento de lo más sugerente al igual que otro nuevo icono para el género: el implacable psicokiller Baby Face, freak descomunal y desquiciado de pertubador aspecto, desfigurado rostro cubierto por una máscara de bebé, porcelana cosida directamente sobre su desquebrajada dermis, la cara del horror, el descenso a la locura tras unas oscuras cuencas de muñeca, un arquetípico personaje al que acompañamos desde su nacimiento (en una impactante escena inicial), digno sucesor de la estirpe de asesinos enmascarados que nos han aterrorizado y protagonizado buena parte de nuestras pesadillas las últimas décadas.


Y es que el film de Parker constituye ya no un slasher al uso, sino una declaración de principios en toda regla, y para eso quien mejor que el director maldito, William Wyler Concannon (estupendo William Sadler, para variar), paradigma de la obsesión cinematográfica (James Cameron es un párvulo en comparación), con un "todo es sacrificable por el bien de la película" (incluso la familia llegado el caso) que culmina un más que interesante film que, sin ser un dechado de originalidad (ya sabemos sobradamente lo que le va a ocurrir a los alegres excursionistas) ni un título cumbre ni imprescindible dentro de su categoría (ni se pretende), cumple con los parámetros establecidos, sumado a unas interpretaciones más que correctas, guiños cinéfilos para deleite de los adeptos (atención al cartel original de The Hills, busquemos similitudes) y algún que otro giro de guión bien resuelto (sin olvidarnos de la presencia de Sophie Monk, todo un regalo para la vista y clave para la resolución de estas Colinas), que hacen de este largo una auténtica gozada para cualquier amante del terror.


Un consejo, aguardad a la sorpresa tras los primeros créditos finales porque, quién sabe, Baby Face puede estar esperando a la vuelta de la esquina...



Pedro García

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