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19 de septiembre de 2009

Crítica: Expediente 39 Zellweger intenta cambiar de registro en un argumento de lo más sobrenatural

FICHA TÉCNICA

T. ORIGINAL: Case 39
AÑO: 2009
NACIONALIDAD: EEUU
DIRECTOR: Christian Alvart
GUIÓN: Ray Wright
MUSICA: Michl Britsch
REPARTO: Renée Zellweger, Jodelle Ferland, Ian McShane, Vanesa Tomasino, Kerry O´Malley, Callum Keith Rennie, Bradley Cooper, Cynthia Stevenson, Crystal Lowe
PRODUCTORA: Paramount Pictures
GENERO: Thriller. Terror
WEB OFICIAL: www.case39movie.com/intl/es/




ARGUMENTO


Emily Jenkins (Renée Zellweger) es trabajadora de servicios sociales. Emily piensa que en su campo lo ha visto todo... hasta que un día conoce a su nuevo y más misterioso caso, el que hace el número 39: una problemática niña maltratada de 10 años llamada Lilith Sullivan (Jodelle Ferland). Confirma sus peores miedos cuando los padres de Lilith intentan matar a la niña, su única hija. Emily la salva y decide llevársela con ella, hasta que otra familia llegue para acogerla. Pero pronto descubrirá que Lilith no es tan inocente como aparenta...


TRAILER


CRÍTICA

Hace un mes escaso comentaba las bondades de otro título, La Huérfana, que tiene bastante en común con esta historia que ahora nos ocupa. El Expediente 39, el caso de malos tratos infantil y violencia doméstica que sigue con detenimiento la curtida asistente social interpretada por la Zellweger, es el eje central sobre el que el realizador vertebra torpemente este fallido trabajo demostrando lo que no se debe hacer en este tipo de productos: precipitarse en descubrir el misterio.


Y es lo que hace fenomenalmente a mitad de este irregular viaje que comienza con una trama de lo más telefílmica, propia de las sobremesas lacrimógenas de las tardes sabatinas, con la asistente social librando a la desvalida niña Lilith de unos monstruosos progenitores del drástico intento de deshacerse de la dulce mozuela... Final feliz, nuevo hogar para la maltratada infante y un reto de superación personal para la recién estrenada madre en funciones. Momento perfecto para terminar la historia, pero tan sólo comienza el despropósito. A partir de aquí la feliz existencia que se prometía se transforma en un festival de misteriosos y paranormales incidentes en torno a la criatura y a los miedos de las víctimas... demasiado precipitadamente en un cambio de ritmo totalmente desprovisto de tacto.


El juego de nada es lo que parece termina abruptamente cuando el secreto de nuestra pequeña protagonista se desvela asistiendo al festival de sustos y de aquí llega la muerte más truculenta de rigor, es decir, más de lo mismo pero peor. Peor porque la rubia Reneé intenta cambiar de registro sin conseguirlo (como madre aterrada vale bien poco, se queda al nivel de los pucheritos y morritos que sucesivamente mostraba en su Bridget Jones); peor porque los personajes se presentan de manera lineal y sin demasiada profundización, no se llega a empatizar con ninguno de ellos (desaprovechando, por ejemplo, a un secundario como Bradley Cooper, el fotógrafo del Tren de la Carne adaptación del relato de Barker); peor porque el final es más predecible que el discurso que nos sueltan el día de nochebuena año tras año. Y es que, mi querida Zellweger, el nombre del tesorillo que acabas de adoptar ya en sí es una buena pista de lo que te iba a caer, mujer...

Lo que Richard Donner nos ofreció en La Profecía podría haber servido de estímulo al realizador de la interesante Antikörper para, al menos, haber disimulado el desinterés en rodar lo que parece un molesto encargo que, si bien posee momentos de notable y desagradable desasosiego (brillante la escena del baño y las avispas), se limita a planificar el resto del metraje con parsimonia y desidia. Toques de "El Sexto Sentido", aderezos de "El Exorcista" y retazos de la ochentera "La Habitación del Miedo" (Cameron's Closet, Armand Mastroniani, 1988) pero sin alma alguna. Fuera la sorpresa, fuera el interés...


¿Intentamos salvar algo de la película? Destaquemos la interpretación de la pequeña Jodelle Ferland, quien ya brilló con luz propia en la polémica Tideland del megalómano Terry Gilliam y que aquí lo borda en el papel de la enigmática maltratada. Eso y su duración, que al no ser excesiva no se hace insufrible en ningún momento, cosa que es muy de agradecer.


Poco más que decir de algo que prometía más que lo que finalmente resulta ser, en la tónica de los últimos tiempos en los que la crisis no solamente afecta a lo económico... Alvart tiene pendiente de estreno la también muy interesante (a priori) Pandorum, que esperamos de resultado más acertado que este Expediente 39. Pero bueno, siempre nos quedará La Huérfana, insisto, más que recomendable y que no debéis perderos. Y ahora, con vuestro permiso, seguiré con el fin de semana que en breve llega a su fin. Hasta próximas críticas.












Pedro García

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