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18 de octubre de 2009

Crítica: Giallo Argento en baja forma

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FICHA TÉCNICA

T. ORIGINAL: Giallo
AÑO: 2009
NACIONALIDAD: Italia
DIRECTOR: Dario Argento
GUIÓN: Jim Agnew, Sean Keller
MUSICA: Claudio Simonetti
REPARTO: Adrien Brody, Emmanuelle Seigner, Elsa Pataky, Robert Miano, Byron Deidra, Daniela Fazzolari, Lorenzo Pedrotti, Valentina Izumi, Taiyo Yamanouchi
PRODUCTORA: Coproducción EEUU-Italia; Opera Film Produzione / Giallo Production
GENERO: Terror. Thriller
WEB OFICIAL:



ARGUMENTO


Una azafata estadounidense (Seigner) se une a un detective italiano, Enzo Lavia (Brody), para buscar a su hermana (Pataky), modelo de alta costura que ha sido secuestrada por un sádico asesino en serie a quien se conoce por el sobrenombre de “Amarillo”. ¿Podrán dar con el psicópata antes de que sea demasiado tarde?


TRAILER


CRÍTICA



El subgénero cinematográfico italiano denominado Giallo vivió sus mejores años desde comienzos de los años setenta y hasta finales de los ochenta con títulos que evocaban misterios sádicos de lo más variopinto, combinación del thriller clásico y el slasher más recalcitrante. Mario Bava, al que podría considerarse padre del mismo, dio el pistoletazo de salida con La Muchacha que Sabía Demasiado (1963) dejando la puerta abierta a directores que pusieron apellido a multitud de nuestras pesadillas infantiles y lúbricas pre-adolescentes: Fulci, Martino, Tessari, Lenzi, Soavi, Avati y muchos otros, entre los que destaca el realizador que ocupa la crítica de hoy, el orfebre del Giallo, el tenebroso Dario Argento.

Cinco títulos le elevaron al status de maestro que hoy en día ostenta: Cuatro Moscas sobre Terciopelo Gris (Quattro Mosche di Velluto Grigio, 1971), El Gato de las Nueve Colas (Il Gatto a Nove Code, 1971), El Pájaro de las Plumas de Cristal (L'ucello dalle Piume di Cristallo, 1970), Rojo Oscuro (Profondo Rosso, 1975) y Suspiria (1977), estableciendo el esquema básico que se repetirá hasta la saciedad en casi todos sus trabajos: un trauma infantil deriva en violencia carnal, sádica y asesina en la edad adulta.



Con este Giallo (juego de palabras entre la denominación genérica, el apodo del asesino y la enfermedad hepática que descubrimos que padece) el realizador italiano recoge la herencia de sus anteriores film una vez finalizada su trilogía de las Madres con "La Terza Madre", "pretendiendo" rendir homenaje a su propio vagaje cinematográfico y a los pilares de una estética argumental y estilística añeja, presente en cada fotograma del film. Pero claro, la fórmula no varía, y termina agotándose y agotando al espectador impenitente que asiste a lo mismo de siempre. Y no, no somos víctima de un molesto dejá vù, sino que Argento vuelve a aburrirnos con la misma trama que urdió en su gran Rojo Oscuro, pero aquí terriblemente deslabazada.


Buena parte del mérito se la lleva su protagonista, un descafeinado Adrien Brody, enjuto y desgarbado gesto, minimalista en su expresividad y ausente en todo momento en su papel de inspector de policía atenazado por un terrible secreto de su pasado que resucita tras el comienzo de la oleada de asesinatos perpetrados por el Amarillo psicópata (es curiosa alguna de las similitudes entre este Enzo y alguno de los protagonistas de la serie latinoamericana "Epitafios", de lo más recomendable, por cierto). Pero volviendo al despropósito en que consiste este título de un Darío cansado y pagado de si mismo, tampoco el trabajo de la partenaire femenina que da réplica a Brody, Emmanuelle Seigner y su bella madurez, es uno de los que la encuentren en estado de gracia (donde quedarán sus Lunas de Hiel o su estupenda La escafandra de la Mariposa), quizás por la debilidad de un guión que no sabe construir una relación de cierta tensión sexual entre el anodino Brody y la enigmática Seigner, claro que igual las imposiciones de su pareja en aquel entonces, Pataky, tuviesen bastante que ver en esta autocensura que tibia toda la absurda historia.


¿Y quién se salva de la quema? pues, sorprendentemente, la mejor parada, si es que puede considerarse meritoria su actuación, es la española acaparadora de portadas y de pósters en paredes de muchos cuartos adolescentes Elsa Pataky, que dentro de sus limitaciones interpretativas cumple su cometido con sobrada solvencia, víctima acosada y martirizada por su sádico captor. Y no sé si por esto mismo, que en este reparto destaque la más bien sosa Elsa, es sintomático del pésimo y soporífero ejercicio de Argento, que incluso parece no saber resolver con un final abrupto y absurdo, en consonancia con el resto de la historia en la que incluso no quedan del todo claras las motivaciones del criminal para la consumación de sus crímenes, un psicokiller de opereta que, en una sesión de madrugada y con sueño acumulado más bien parece una caricaturesca réplica de un John Rambo antes de pasar por una merecida inyección de bótox.




Una mirada crepuscular y nostálgica a una época y a un género que, lamentablemente y con un público cada vez más contaminado y menos conformista, recordaremos en la distancia y, porque no, rescatando algún que otro vhs pérdido, una opción más que factible para esta noche.

Pedro García

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