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29 de octubre de 2009

Crítica: Edén Al Oeste Interesante e insuficiente tratamiento de la inmigración ilegal

FICHA TÉCNICA

T. ORIGINAL: Eden à l'Ouest
AÑO: 2009
NACIONALIDAD: Francia
DIRECTOR: Constantin Costa-Gavras
GUIÓN: Constantin Costa-Gavras, Jean-Claude Grumberg
MUSICA: Armand Amar
REPARTO: Riccardo Scamarcio, Ulrich Tukur, Juliane Köhler, Eric Caravaca, Jean-Christophe Folly, Anny Duperey, Ieroklis Mihailidis, Annie Loulou, Dina Mihailidou, Constatinos Markoulakis, Antoine Monot, Florian Martens, Murali Perumal
PRODUCTORA: KG Productions
GENERO: Drama




ARGUMENTO

Edén al Oeste es un recorrido por los contratiempos de un joven emigrante tentado de entrar ilegalmente en la Unión Europea. Al igual que en "La Odisea", el Mar Egeo es el escenario donde discurren las aventuras de Elías, nuestro protagonista. En esas mismas aguas, bajo el mismo sol y los mismos cielos como en el amanecer de la civilización. Después de innumerables incidentes y accidentes, una escala en el paraíso y una estancia en el infierno, el mágico final de su periplo se desarrolla en París.


TRAILER


CRÍTICA

Director de obras de denuncia política como las interesantes Z, Desaparecido o Amen, Costa-Gavras siempre se ha caracterizado por no evitar cualquier tipo de polémicas que trasladar a la gran pantalla. En esta ocasión el realizador de origen griego, con una veintena de títulos a su espalda y 76 años en sus hombros nos trae una obra sobre la inmigración ilegal en Francia.

La historia gira en torno a Elías, un inmigrante que vive todo tipo de situaciones en su misión de llegar a Paris, el prometido Edén del título donde presupone, encontrará la vida de plenitud y esperanza que no pudo encontrar en su país de origen (que en ningún momento es citado). Durante su odisea homérica, se encontrará con una serie de extravagantes personajes, algunos humildes, otros altaneros, que intentarán bien ayudarle por todos los medios, bien aprovecharse de su ignorancia sobre nuestro país vecino.


No cabe duda que lo más interesante de la proyección se resume a las diferencias y antagonias entre los individuos más pobres y los más ricos, como se desvela durante la primera media hora, desarrollada competentemente en un campo de golf, y donde resulta especialmente reseñable (y al mismo tiempo deleznable), el instante donde encuentran dos inmigrantes fallecidos en la arena de la playa. Observar la reacción de esos ricachones repugnantes desmembra el corazón y transmite un odio irracional contra todo chovinismo materialista.

Sin embargo, un logro tan loable como el citado, cae en saco roto frente a la dolencia principal de toda la película, y no es otra que su indefinición.

Porque el mayor problema de Costa-Gavras es no saber decidirse por el drama o la comedia. Durante los 105 minutos que dura el filme, juega constantemente con ambos géneros, discurre entre ambos intentando mezclarlos con poca fortuna, logrando que el drama no se intensifique tanto como debiera ante un tema tan espinoso y que la comedia no pasen de breves pinceladas para despertar una simpatía y una sonrisa en el espectador que lamentablemente nunca llegan. Así, el viaje entre ambos mundos, la indecisión del realizador, se convierte en una profunda losa que no termina de apuntillar una obra que aspiraba a mucho mas y que podría haber sido mucho mejor.

Todo hubiera cambiado en el filme, si en lugar de esos temibles saltos de altura, se hubiera decantado mayoritariamente por el drama o la comedia, máxime cuando tiene un personaje principal ciertamente interesante y prometedor, cuyo actor, Ricardo Scamarccio, sabe trabajar con cierta holgura y sensatez, aunque sin llegar a apoderarse como nos gustaría de la función. A pesar de la falta de ambición del intérprete de origen italiano, es cierto que sabe jugar con ambos géneros, con lo que Costa-Gavras, como he dicho hasta la saciedad, debería haberle permitido profundizar en uno de ellos y confiar ciegamente en sus posibilidades, caóticas por la falta de claridad de ideas de un director que con los años, por desgracia, viene a menos.


En cualquier caso, dentro de sus graves problemas, todos atribuibles al guión y a la realización, Edén al Oeste es una película ciertamente estimable, con sus buenos detalles que no pesan en el espectador y que mantiene el interés suficiente como para no cerrar los ojos en la sala de cine o en el sofá de casa, pero no nos engañemos, si buscamos una buena producción europea que trate con justicia el drama de la inmigración ilegal, existen opciones muy superiores, especialmente algunos documentales españoles, que retratan con enorme definición y claridad de ideas un problema tan serio como este y que no merece ser banalizado como Costa-Gavras lo hace. Desgraciadamente el director está mayor, y si en obras anteriores era capaz de emitir un juicio justo sobre los temas que nos mostraba en pantalla, en esta ocasión no ha sido capaz de trasladarnos como debiera un tema de tan candente actualidad. Una pena.

Javier Moreno

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