FICHA TÉCNICA
T. ORIGINAL: Drag Me To Hell
AÑO:2009
NACIONALIDAD:EEUU
DIRECTOR:Sam Raimi
GUIÓN:Sam Raimi, Ivan Raimi
MUSICA:Cristopher Young
REPARTO:Alison Lohman, Justing Long, Lorna Raver, David Paymer
PRODUCTORA:Universal Pictures /Ghost House Pictures / Mandate Pictures
GENERO: Thriller
ARGUMENTO
Alison Lohman interpreta a Cristine, una joven que trabaja en un banco concediendo prestamos hipotecarios, en la busqueda del ascenso deseado, deniega una rehipoteca a una anciana que ha recibido una carta de desaucio para impresionar a su jefe. La anciana hará caer sobre ella una maldición que la perseguirá allá donde vaya.
TRAILER
EN BLANCO Y NEGRO
Leo con indeterminado estupor en los ultimos dias, por parte de la prensa de “prestigio”, alabanzas inequivocas a la nueva obra de Sam Raimi. Leo con incredulidad que supone el retorno del hijo pródigo del fantástico a los orígenes que la maquinaria hollywoodiense le arrebató. Leo con asombro que nos encontramos ante una obra fresca con potencial de culto. Y yo me pregunto… ¿Perdón?.
No voy a lanzar piedras sobre la película, no es esa mi intención, todo lo contrario, considero que tiene las suficientes cualidades como para ser un atractivo divertimento veraniego con el cual pasar el calor comodamente, pero no nos excedamos por favor, porque si bien la película no es tan nefasta como algunos airean a los cuatro vientos no podemos rebajarnos a conformarnos con cualquier cosa que intentan vendernos.
Vayamos por partes, el Sam Raimi de la saga Evil Dead nunca va a volver. El director de Posesión Infernal ha sido fagocitado por el star system norteamericano, y eso lo lleva reflejando en todas sus películas desde…. El Ejercito de las Tinieblas. Incluso la tercera entrega de su popular trilogía acaba siendo demasiado condescendiente con las imposiciones de los estudios y borra del mapa todo gamberrismo patente en las dos primeras entregas. Ni que decir tiene que esto se cumple al milimetro a medida que película a película nos acercamos a la terrorífica Spiderman 3, auténtico insulto al superheroe creado por Stan Lee.
Segundo, Arrastrame Al Infierno es una serie B en toda regla, un pasatiempo de 90 minutos que se olvida tan rapido como se consume. Un pastiche de mil películas sin ínfulas artísticas ideal para dejar las neuronas en casa, pasar un buen rato y olvidarla con la siguiente película que veamos. Ni mas ni menos.
Tomando como base estas dos premisas, podremos evaluar en su justa medida este thriller que de terror tiene mas bien poco (y lo poco que tiene es muy efectista) y que se acerca por su temática, considerablemente, a otra película del mismo realizador: Premonición.
La idea parte de una premisa que hará temblar a muchas entidades bancarias españolas. Una mujer ve como la prorroga de la rehipoteca de su hogar es denegada tras una amenaza de embargo y desata una maldición sobre la persona que se lo deniega. A partir de ahí nos encontramos con la bellisima Alison Lohman gritando, teniendo terrorificas visiones y luciendo su rostro atormentado en una sucesión de esquemas repetidos en otras tantas obras similares y con Raimi intentando homenajear, bien mediante la banda sonora de Christopher Young, bien mediante momentos puntuales, la anteriormente citada El Ejercito de las Tinieblas. Y es que en ocasiones da la sensación de que su mayor interés es liberar la nostalgia entre sus fans mas ortodoxos a través de un tren eléctrico con el cual demuestra que se siente comodo y lo mas importante, con el cual se divierte y nos divierte. Y es que siempre es agradable cuando a lo largo del filme nos encontramos con esos pequeños detalles que nos remiten al entrañable Ash.
No es necesario explayarse con una película como esta, cumple su función de entretener y no podemos pedirle mas. Escenas que remiten al cartoon clásico, la delirante escena de la cabra hacia el final en ese caos lleno de humor negro o la de la mosca acosando a la pobre chica bien merecen ofrecer una sonrisa, por lo demás, que nadie espere algo mas allá de lo que es, un filme funcional para pasar las tardes de agosto al frio del aire acondicionado y con una buena ración de palomitas, sería injusto para la película pedirle mas, y desde luego tal y como está el cine actual, que un filme entretenga lo suyo bien merece darle un voto positivo, y Arrastrame al infierno entretiene, y mucho.
No voy a lanzar piedras sobre la película, no es esa mi intención, todo lo contrario, considero que tiene las suficientes cualidades como para ser un atractivo divertimento veraniego con el cual pasar el calor comodamente, pero no nos excedamos por favor, porque si bien la película no es tan nefasta como algunos airean a los cuatro vientos no podemos rebajarnos a conformarnos con cualquier cosa que intentan vendernos.
Vayamos por partes, el Sam Raimi de la saga Evil Dead nunca va a volver. El director de Posesión Infernal ha sido fagocitado por el star system norteamericano, y eso lo lleva reflejando en todas sus películas desde…. El Ejercito de las Tinieblas. Incluso la tercera entrega de su popular trilogía acaba siendo demasiado condescendiente con las imposiciones de los estudios y borra del mapa todo gamberrismo patente en las dos primeras entregas. Ni que decir tiene que esto se cumple al milimetro a medida que película a película nos acercamos a la terrorífica Spiderman 3, auténtico insulto al superheroe creado por Stan Lee.
Segundo, Arrastrame Al Infierno es una serie B en toda regla, un pasatiempo de 90 minutos que se olvida tan rapido como se consume. Un pastiche de mil películas sin ínfulas artísticas ideal para dejar las neuronas en casa, pasar un buen rato y olvidarla con la siguiente película que veamos. Ni mas ni menos.
Tomando como base estas dos premisas, podremos evaluar en su justa medida este thriller que de terror tiene mas bien poco (y lo poco que tiene es muy efectista) y que se acerca por su temática, considerablemente, a otra película del mismo realizador: Premonición.
La idea parte de una premisa que hará temblar a muchas entidades bancarias españolas. Una mujer ve como la prorroga de la rehipoteca de su hogar es denegada tras una amenaza de embargo y desata una maldición sobre la persona que se lo deniega. A partir de ahí nos encontramos con la bellisima Alison Lohman gritando, teniendo terrorificas visiones y luciendo su rostro atormentado en una sucesión de esquemas repetidos en otras tantas obras similares y con Raimi intentando homenajear, bien mediante la banda sonora de Christopher Young, bien mediante momentos puntuales, la anteriormente citada El Ejercito de las Tinieblas. Y es que en ocasiones da la sensación de que su mayor interés es liberar la nostalgia entre sus fans mas ortodoxos a través de un tren eléctrico con el cual demuestra que se siente comodo y lo mas importante, con el cual se divierte y nos divierte. Y es que siempre es agradable cuando a lo largo del filme nos encontramos con esos pequeños detalles que nos remiten al entrañable Ash.
No es necesario explayarse con una película como esta, cumple su función de entretener y no podemos pedirle mas. Escenas que remiten al cartoon clásico, la delirante escena de la cabra hacia el final en ese caos lleno de humor negro o la de la mosca acosando a la pobre chica bien merecen ofrecer una sonrisa, por lo demás, que nadie espere algo mas allá de lo que es, un filme funcional para pasar las tardes de agosto al frio del aire acondicionado y con una buena ración de palomitas, sería injusto para la película pedirle mas, y desde luego tal y como está el cine actual, que un filme entretenga lo suyo bien merece darle un voto positivo, y Arrastrame al infierno entretiene, y mucho.
Javier Moreno
Casi tres décadas después de su clásico por méritos propios Posesión Infernal (The Evil Dead, 1981) y tras un irregular periplo como director, guionista y productor, culminando su éxito con la comercial saga Spiderman (de la que se esperan otras dos nuevas entregas), Sam Raimi, nostálgico tal vez, pretende volver a sus orígenes con este nuevo título plagado de maldiciones gitanas, sustos a la antigua y salpicaduras de humor escatológico.
La intención del realizador con Arrástrame al Infierno era, según él mismo explica, la de "contar una historia de fantasmas espeluznante y divertida, la sensación de estar escuchando una historia de terror alrededor de una hoguera", objetivo que quizás consigue parcialmente en un guión que funciona abruptamente, como si de una sucesión de gags con el mismo nexo se tratase, visto el transcurso de los acontecimientos.
El argumento/moraleja es en verdad simple: si una gitana con pinta de bruja acude a pedir una extensión de crédito a tu banco, concédeselo sin miramientos para no despertar la ira de los infiernos. Así se las gastan los hermanos Raimi en el panorama de crisis actual (unos nos acordamos de los familiares de algún directivo bancario, otros resuelven con ancestrales y burlones demonios ávidos de almas inmortales, ahí queda eso), se supone adaptando un relato que conformaron una década atrás, casi coincidiendo temporalmente con dos de los títulos más interesantes, al menos a mi parecer, de la filmografía del de Michigan, Premonición (The Gift, 2000) y Un Plan Sencillo (A Simple Plan, 1998), y bebiendo de éstas confesa o encubiertamente, de la una su elemento sobrenatural, de la otra el análisis (somero, no obstante) de las motivaciones y la codicia humana, claro que sin el excelente guión que adaptase de su propia obra Scott B. Smith, y se nota, ya que el director se limita a orquestar un divertimento al viejo estilo serie B palomitera sin ninguna otra pretensión más que la de hacer taquilla con un público conformista al extremo, henchido e hinchado de asesinos destripadores y vampíricos idilios adolescentes.
Pero para nada esperemos un "regreso" del espíritu "pionero, gore o transgresor" del Sam de la trilogía Infernal salvo algún que otro eco en forma de globo ocular saltarín o hemorragia nasal incontrolada, todo orquestado por el buen hacer de los señores Nicotero y Berger a cargo de los efectos visuales, más bien escasos, y arropado por la siempre notable partitura de Christopher Young con unos créditos inciales que componen una falsa promesa según transcurren los minutos de un film en que los actores hacen su trabajo de manera correcta (estupenda protagonista Alison Lohman como aterrada empleada bancaria que hace creíble lo increible, un Justin Long cada vez más habitual en papeles de género y una terrible Lorna Raver, una Mrs. Ganush que destila maldad en cada una de sus pavorosas apariciones) pero que no se va más allá ni se pretende en un producto fácilmente digerible y posteriormente aún más sencillamente olvidable, un fuego de artificio más efectista que efectivo, un ejercicio desilusionante y banal que engrosarán el listado de subproductos que la especialista Ghost House Pictures (comandada por Sam y su secuaz de correrías, Tappert) tiene a bien en castigarnos de cuando en cuando (temblemos ante su inminente proyecto de revisitar, como no, su pionera Posesión Infernal en los años venideros).
En resumen, nada nuevo bajo el sol del verano. Si quieren estar fresquitos en una sala de cine y nada más, esta es su película.
La intención del realizador con Arrástrame al Infierno era, según él mismo explica, la de "contar una historia de fantasmas espeluznante y divertida, la sensación de estar escuchando una historia de terror alrededor de una hoguera", objetivo que quizás consigue parcialmente en un guión que funciona abruptamente, como si de una sucesión de gags con el mismo nexo se tratase, visto el transcurso de los acontecimientos.
El argumento/moraleja es en verdad simple: si una gitana con pinta de bruja acude a pedir una extensión de crédito a tu banco, concédeselo sin miramientos para no despertar la ira de los infiernos. Así se las gastan los hermanos Raimi en el panorama de crisis actual (unos nos acordamos de los familiares de algún directivo bancario, otros resuelven con ancestrales y burlones demonios ávidos de almas inmortales, ahí queda eso), se supone adaptando un relato que conformaron una década atrás, casi coincidiendo temporalmente con dos de los títulos más interesantes, al menos a mi parecer, de la filmografía del de Michigan, Premonición (The Gift, 2000) y Un Plan Sencillo (A Simple Plan, 1998), y bebiendo de éstas confesa o encubiertamente, de la una su elemento sobrenatural, de la otra el análisis (somero, no obstante) de las motivaciones y la codicia humana, claro que sin el excelente guión que adaptase de su propia obra Scott B. Smith, y se nota, ya que el director se limita a orquestar un divertimento al viejo estilo serie B palomitera sin ninguna otra pretensión más que la de hacer taquilla con un público conformista al extremo, henchido e hinchado de asesinos destripadores y vampíricos idilios adolescentes.
Pero para nada esperemos un "regreso" del espíritu "pionero, gore o transgresor" del Sam de la trilogía Infernal salvo algún que otro eco en forma de globo ocular saltarín o hemorragia nasal incontrolada, todo orquestado por el buen hacer de los señores Nicotero y Berger a cargo de los efectos visuales, más bien escasos, y arropado por la siempre notable partitura de Christopher Young con unos créditos inciales que componen una falsa promesa según transcurren los minutos de un film en que los actores hacen su trabajo de manera correcta (estupenda protagonista Alison Lohman como aterrada empleada bancaria que hace creíble lo increible, un Justin Long cada vez más habitual en papeles de género y una terrible Lorna Raver, una Mrs. Ganush que destila maldad en cada una de sus pavorosas apariciones) pero que no se va más allá ni se pretende en un producto fácilmente digerible y posteriormente aún más sencillamente olvidable, un fuego de artificio más efectista que efectivo, un ejercicio desilusionante y banal que engrosarán el listado de subproductos que la especialista Ghost House Pictures (comandada por Sam y su secuaz de correrías, Tappert) tiene a bien en castigarnos de cuando en cuando (temblemos ante su inminente proyecto de revisitar, como no, su pionera Posesión Infernal en los años venideros).
En resumen, nada nuevo bajo el sol del verano. Si quieren estar fresquitos en una sala de cine y nada más, esta es su película.
Pedro Garcia
1 comentarios:
Pedazo de mieeeeeeeeerda disfrazado de cine. Considerando que el director se supone autor de culto, mejor que los dedos que utiliza para escribir sus guiones sean introducidos en su ano: le proporcionarán más placer a él y al público que no habrá de sufrir más sus desatinos.
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