Siempre nos parecen atractivas e interesantes las distintas visiones y opiniones que un mismo tema puede suscitar. Es por eso que quisimos conocer vuestras impresiones sobre uno de los títulos imprescindibles del pasado año, "Déjame Entrar", que nos sedujo, horrorizó y encantó a partes iguales. Y es por eso que, con permiso de nuestros lectores, queremos dejar reflejo de ello en nuestras páginas publicando un par de aportaciones de lo más atractivo.
Comencemos con la lectura de Rocío Martínez, una hermosa interpretación de la estrecha relación que une a Oskar y Eli:
"El primer amor es algo maravilloso, no se olvida. Aun siendo breve en el tiempo, durará años en la memoria. Tal vez por la candidez que hay en la mirada y en el corazón de un niño, cuando somos pequeños todavía existen las cosas hermosas. Eli llega a la vida de Oskar tal como acostumbra a irse: de puntillas, sin hacer ruido, pasando suavemente por encima del nevado Estocolmo. Sus ojos le miran con atención:
-Si no fuese una chica... ¿te gustaría?
-Supongo...
El paisaje es precioso (la noche, el vaho permanente, sangre, frío y nieve) y la música, sentida. Me conmovió profundamente la deliciosa escena de las galletas: las que Oskar le ofrece a su nueva amiga. "No, gracias, sólo me alimento de sangre"... aunque me encantaría poder probarlas. ("Me encantaría poder ser como tú", parece decirle Eli). Y, después, el abrazo...
Es una historia de contrastes, tierna, frágil, sentida como un sueño a punto de acabarse: el cabello rubio y una melena oscura, dos mundos contrapuestos, el amor y la amistad, la magia y lo cruel, el momento y lo anacrónico -lo que pervivirá por siempre-, lo hermoso y el dolor, la luz que baña los nuevos días cuando uno se va haciendo mayor; lo que se calla y también lo que se dice, aunque sea por golpecitos, aunque sea a través de paredes o cajas, en tácito acuerdo secreto, casi acariciando el cristal que los separa, con un código inventado sólo por y para ellos dos.
Porque, en el fondo... ambos son iguales".
Otro análisis ganador es el de nuestro lector Nelson De Benito, una apasionada revisión de la cinta que, por supuesto, también es un premio para todos nosotros:
"Hola, ¿me dejas entrar?No, no tengas miedo. No te haré nada malo. No quiero robarte nada, al menos algo que se pueda ver.
El hecho de "dejar entrar" realmente, ¿qué quiere decir? Viendo la excelente película podríamos decir que Oskar ha dejado entrar en su vida a la pequeña vampiresa. O también podemos rememorar mitos cainitas dónde el vampiro no puede acceder a un hogar si no es invitado. Todo esto se ve en la película pero hay que ahondar un poco más en ello. Déjame entrar... Y la respuesta es, ¿hasta dónde? Al visionar la película también estamos respondiendo a esta pregunta y ahora podríamos decir que tenemos capacidad de elección, no como esa cabellera rubia que ya está montado en un tren y se aleja con su destino ya fuera de campo... Él ya tiene su historia escrita, ahora debemos elegir cuál es la nuestra. Porque esta película puede llegar muy adentro, algo que no esperabas al pagar el ticket a la siempre algo borde taquillera del cine. Tú y tu bolsa de palomitas esperan algo diferente, o eso has leído en los diferentes blogs, una mirada diferente al cine de terror.
Pero, ¿Terror? ¿Amor? Ya tuvimos esas dudas con la excelente Drácula de Coppola que es referencia constante en esta película, pero esta cinta es diferente... Será el frío helado que contagia todo, será ese Oskar con mirada insana que sabes que podría matar a cualquiera... si no fuera tan bueno. La bondad del protagonista es algo que le humaniza más que cualquier otro detalle del film aunque estamos hablando de una película donde el vampiro es más humano que el propio humano. Podría quedarme con mil y una escenas de esta obra de arte pero prefiero quedarme con unos pequeños detalles que no han salido de mi cabeza desde entonces. Ver a los compañeros de clase maltratar a Oskar mientras ellos mismos derraman lágrimas es algo que me pone los vellos de punta tan solo de pensarlo. Es una de las cosas más desgarradoras que he visto en el cine y no puedo apartar esa imagen de mi cabeza. Aunque la cabeza del simple hermano del maltratado salga volando, aunque los niños se conviertan en cadáveres masacrados por la ira de la pequeña cainita... Nada puede alejar de mí esa visión. Y sí, esta película ha entrado dentro de mí. No puedo sacarla, este es el efecto del buen cine. Esto es algo que deberían aprender demasiados autores. Aprender a entrar dentro... dentro del espectador. Tan dentro que sabes que muchos ya han pasado por el destino de Oskar, tan dentro que no te puede dar lástima saber que el pobre chico acabará como su antecesor.... porque él, en parte, también debe saberlo.
Llega tan dentro este relato que seguramente haya escrito líneas de más para este concurso. Está tan arraigado dentro de mí que no me importa no ganar nada... ya que el hecho de escribir estas líneas ya ha supuesto recordar "Déjame Entrar". Y eso es premio suficiente".
De nuevo agradeceros sinceramente vuestra participación y apoyo en este pequeño proyecto que, poco a poco, va cobrando fuerza gracias a vosotros.
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