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14 de octubre de 2009

Crítica: The Haunted World of El Superbeasto Hiperactividad hipocondriaca

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FICHA TÉCNICA


T. ORIGINAL: The Haunted World of El Superbeasto
AÑO: 2009
NACIONALIDAD: EEUU
DIRECTOR: Rob Zombie
GUIÓN: Tom Papa
MUSICA: Varios artistas
REPARTO: Animación
PRODUCTORA: Film Roman Productions
GENERO: Animación



ARGUMENTO


Basado en el cómic de Rob Zombie, se trata de un film de animación basado en las aventuras de El Super Beasto, y su sexy hermana, Suzi-X.


TRAILER


CRÍTICA

La carrera de Rob Zombie como cineasta no ha ido nada mal. Debuta con la interesante La Casa de los 1000 Cadaveres, se consagra con ese ejercicio neowesterniano llamado Los Renegados del Diablo y sale airoso con el remake de La Noche de Halloween.

Hasta aquí, solo podríamos decir de él que su futuro es ciertamente prometedor. O al menos lo era, porque todo lo bueno que nos ha presentado hasta el momento, películas mas que dignas que demuestran un enorme potencial visual y creativo se diluyen con esta The Haunted World of El Superbeasto.

Y es que lo mejor que se puede decir de ella es que es una película de animación extraña y atípica que produce sensaciones encontradas. La historia comienza muy pero que muy bien, un pequeño homenaje en blanco y negro al Criswell de Ed Wood nos garantiza buenos momentos de cinefilia nostálgica. Y ahí acaba la cosa. Porque tras los incesantes homenajes a sus filias cinematográficas nos encontramos con una película que se limita a sexo, sexo, sexo, violencia cartoon, más sexo y el caos mas absoluto.


Un caos, que desconozco si es premeditado o no, pero que se sucede a una velocidad desagradablemente vertiginosa, que impide reconocer los homenajes a cientos de películas de género. Porque el mayor problema de esta propuesta tan inclasificable es que todo se desarrolla a ritmo de chute de acidos, un tempo narrativo excesivamente acelerado cuya única intención es la de aglutinar millones y millones e infinitas referencias al fantástico y el terror que produce un enorme dolor de cabeza y una sensación de hastío tan aberrante, que uno sentía ganas de abandonar la sala e irse a dormir.

Quizás si hubiéramos consumido previamente una buena dosis de cannabis, hubiéramos encontrado la gracia a este mal chiste de un tipo del que esperábamos más, pero servidor es una persona sana desde hace unos años, y las drogas son cosa del pasado, amen de que si una película necesita por parte del espectador un nivel de entelequia neuronal bajo 0, significa que algo no funciona en el metraje. Y en este caso no funciona nada.


El mayor problema es que Zombie no deja procesar en el espectador las secuencias ni los chistes. Es como si Michael Bay, dirigiera una de animación tras meterse 10 rayas de cocaína, y es que el señor afortunado casado con la señora Zombie, se convierte en un alumno aventajado del director de Transformers y nos mete 40 chistes, 50 escenas y 200 planos por minuto, superando con creces la neurosis histérica de la que hace gala Bay y provocando ataques epilépticos en el espectador que sin duda alguna sufrirá, sufriremos, daños cerebrales irreversibles ante esta odisea a 2400 revoluciones por segundo. Ciertamente hemos de agradecerle que no alargue hasta los 90 minutos este exceso, porque podría causar un coma profundo en la audiencia que le llevaría a los tribunales por genocidio. Aunque debo admitir sin ningún tipo de pudor, que algunas de las bromas presentadas, aquellas que me dieron tiempo a entender a tiempo, tienen su gracia, como la aparición de los nazis zombies donde son masacrados por el personaje que tiene el cuerpo de la esposa de Zombie. Tambien debo confesar que el robot tenía su gracia, pero… ¿salva eso una película?, jamás.

El realizador de esta tontería debería dejarse de experimentos dañinos para la humanidad y volver a los territorios que le han hecho ganarse el respeto de la audiencia, porque películas como esta son las que destrozan una carrera, y en el caso de Rob Zombie, la película sobre este actor porno / luchador, sodomita y pervertido, le ha dejado demasiado tocado. Los espectadores dudarán de él, y con toda la razón del mundo. Una soberana insensatez.

Javier Moreno

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