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23 de septiembre de 2009

La polémica de la semana: Malditos Bastardos Lo último de Tarantino a debate

FICHA TÉCNICA


T. ORIGINAL: Inglorius Basterds
AÑO:2009
NACIONALIDAD: EEUU, Alemania
DIRECTOR: Quentin Tarantino
GUIÓN: Quentin Tarantino
MUSICA: Varios autores
REPARTO: Christoph Waltz, Brad Pitt, Diane Kruger, Mélanie Laurent, Mike Myers, Cloris Leachman, Samm Levine, Eli Roth, Til Schweiger, Julie Dreyfus, August Diehl, Daniel Brühl
PRODUCTORA: Universal Pictures / The Weinstein Company / Lawrence Bender Productions / Neunte Babelsberg Film
GENERO: Bélico (Segunda Guerra Mundial). Acción. Aventuras


ARGUMENTO

Durante la ocupación alemana de Francia, Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) presencia la ejecución de su familia a manos del coronel nazi Hans Landa (Christoph Waltz). Shosanna consigue escapar y huye a París, donde se forja una nueva identidad como dueña y directora de un cine. En otro lugar de Europa, el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) organiza un grupo de soldados judíos para tomar represalias contra objetivos concretos. Conocidos por el enemigo como “The Basterds” (Los cabrones), los hombres de Raine se unen a la actriz alemana Bridget Von Hammersmark (Diane Kruger), una agente secreto que trabaja para los aliados, con el fin de llevar a cabo una misión que hará caer a los líderes del Tercer Reich. El destino quiere que todos se encuentren bajo la marquesina de un cine donde Shosanna espera para vengarse...

TRAILER


EN BLANCO Y NEGRO


Quien me lo iba a decir. Tras haber despotricado abiertamente contra Quentin Tarantino en mis círculos más íntimos por su facilidad para “plagiar” (homenajear lo llaman algunos) sus películas favoritas, me encuentro con una película de categoría excepcional, ante lo cual, si bien no debo retractarme de mis palabras hacia el realizador norteamericano, si debo rendirle la conveniente pleitesía.

No se me mal interprete, siempre me ha gustado Tarantino desde su primeriza Reservoir Dogs, pero no estamos ante un director precisamente original, que en sus últimas obras, especialmente en Death Proof, ha dado bandazos incomprensibles que a servidor le ha dado por momentos indicativos de cierto desfase y repetición esquemática en sus conceptos. Todo ello avalado de la nada mas absoluta que a mi gusto, le han rebajado de categoría.

Y me temo que para algunos, con Malditos Bastardos seguirá rebajándola. Porque su última película va a dividir a público y crítica de manera memorable. Por tanto, no es baladí que tanto mi compañero Pedro García como yo la incluyamos en la polémica de la semana.

Sin embargo, debo decir que considero que con Malditos Bastardos ha recuperado su maestría narrativa, aquella que nos enamoró tanto en Reservoir Dogs como en Pulp Fiction, la ha pulido hasta límites insospechados y nos ha regalado una de las mejores obras de su filmografía, la más madura de todas ellas y quizás, solo quizás, la mejor.

¿Arriesgadas palabras?, es posible, pero lo que hace Quentin Tarantino con este western bélico anacrónico no tiene nombre ni precio pero si mucho sentido. No es la historia lo que me ha dejado fascinado, un refrito de Los Violentos de Kelly + 12 del Patíbulo + Uno Rojo, División de Choque mas cualquier película bélica setentera que se os ocurra, no es su portentoso guión con diálogos de 20 minutos, que dicen nada y sugieren mucho, no es su habitual forma de dirigir la que me ha dejado embobado. No, no es nada de eso, es más que eso, lo que hace Quentin Tarantino esté tan cerca de gente como Resnais o Goddard que asusta pensar que por fin un realizador norteamericano ha sabido captar la esencia de la Nouvelle Vague francesa y en general de la dinámica de la cinematografía europea global mediante una historia 100% americana. Y para ello le basta la secuencia final en el cine, que es lo que le da a la película ese aura de genialidad, que si bien no la mete en el grupo de las pocas obras maestras del año, la acerca considerablemente. Pero para llegar a esa secuencia, Tarantino ha jugado con enorme talento una partida de póker con la audiencia, que con ese plano donde los bastardos tirotean a un personaje… debe rebobinar hacia atrás y decir… ¿a que ha estado jugando Tarantino?.

Muy fácil, ha jugado a hacer cine, a jugado con la gran mentira del cine, con el cine como ilusión para reconstruir la historia, moldearla a su gusto y ofrecernos su verdadero significado. Y en este punto si doy la razón a los detractores de la película, el verdadero bastardo es el director, porque ha elevado el cine a otro nivel, al nivel de gente como los realizadores anteriormente citados, le ha dado una patada a la historia con su socarrón sentido del humor y de paso le ha dado al cine un repaso generacional que resultaba necesario, demostrándose a sí mismo y a la anonadada audiencia, que Tarantino está a la altura de los mejores de la historia del cine, aquellos que saben entender la verdadera función de este arte: Crear una mentira que parezca real y denunciarla, aún a costa de prostituir un hecho histórico como la segunda guerra mundial.

Solo por ello, exclusivamente por ello, Malditos Bastardos me parece una genialidad que acabará convirtiéndose en pieza de culto y que con el tiempo se estudiarán en las escuelas de cine su cualidades subliminales que incluyen a niveles intertextuales un nada disimulado homenaje a Leni Riefenstahl y todo aquel cine de propaganda nazi que realizó. Brillante Tarantino, brillante.


Javier Moreno




Ejercicio brillante, excepcional, genial... Seré mucho menos prosaico en el análisis de este ejemplo de megalomanía icónica e iconoclasta que constituye, no lo olvidemos, el séptimo largometraje de este antiguo empleado de video-club con aires de Nerón desquiciado. Y es como ejemplar Nerón que cierra este pasaje, fábula histórica tremendamente recargada, purificando a golpe de llamarada en un pretencioso y grandilocuente grand finale las más de dos horas y media de inacción heredera de su último trabajo, la insufrible Death Proof.

Un mágnifico prólogo que vale un film. Una estrella, poderosa entidad investida con el uniforme de las SS, el coronel Hans Landa, implacable cazador de judios, cuya sola presencia invade cada uno de los planos y minutos de metraje en los que hace aparición y uno de los mejores personajes que ha parido la pluma de Tarantino en bastante tiempo, excusa suficiente para soportar la dilatada duración de la película (nunca antes el beberse un vaso de leche o degustar un cremoso postre había resultado ser tan aterrador). El desarrollo de una escena, la reunión en la taberna alemana, milimétricamente planificada y de ejecución cuasiteatral. Una acertada selección musical (y es que con Morriconne hasta la vulgaridad se eleva a la categoría de lo aceptable). Cuatro puntos rescatables en lo que es una promesa incumplida.

¿Por qué incumplida? Por su juego con la ambigüedad argumental presentada en cada una de sus apariciones en los medios. De los "Malditos Bastardos", de su implacable estilo al infundir temor entre las filas alemanas, de eso poco veremos durante la proyección. Y es que Tarantino sí, parece adoptar un aire academicista revestido de madurez, madurez que no es más que un ejercicio de autocomplaciencia a lo Emmerich (estos son mis juguetes y hago con ellos lo que me viene en gana, ya soy mayor y he dejado de hacer "gilipolladitas"), abandonado así todo vestigio de una frescura que desde tiempos de Pulp Fiction no ha vuelto a recuperar para desgracia de muchos de nosotros.

El cine dentro del cine, el engaño al espectador, el ardid que supuso la maquinaria fílmica en aquella época a manos, no nos engañemos, de la propaganda de los distintos bandos en conflicto (claro que actualmente poco ha variado esa realidad). Otro de los ejes sobre los que el director excusa vertebrar su argumento conspiranoico bastante alejado del planteamiento, dejando fidelidades históricas obvias aparte, que, por ejemplo, exhibiese la notable y reciente Valkiria, bastante más dinámica y empática en todos los aspectos que el mamotreto tarantiniano. ¿en algún momento sientes la aflicción de Shoshanna, huérfana en su temprana juventud a manos de Alda? ¿acaso palpitas con su triunfo, con la ejecución de su ansiada venganza? Y es que ese juego de tramas paralelas, interrelacionadas, hasta difusas hacen que el conjunto final pierda cohesión, ritmo y, finalmente, se quede en un ejemplo de estilo más que en una historia con alma...

Como ya adelantaba mi compañero el debate está servido. Su resolución... en las salas.


Pedro Garcia

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