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13 de septiembre de 2009

Crítica: El Año Que Mis Padres Se Fueron De Vacaciones

FICHA TÉCNICA

T. ORIGINAL: O ano em que meus pais saíram de férias
AÑO: 2006
NACIONALIDAD: Brasil
DIRECTOR: Cao Hamburguer
GUIÓN: Cao Hamburger, Cláudio Galperin, Bráulio Mantovani, Anna Muylaert
MUSICA:Beto Villares
REPARTO: Michel Joelsas, Germano Haiut, Daniela Piepszyk, Simone Spoladore, Caio Blat, Eduardo Moreira, Daniela Piepszyk, Paulo Autran, Gabriel Eric Bursztein, Felipe Hanna Braun, Haim Fridman
PRODUCTORA: Gullame Filmes
GENERO: Drama
WEB OFICIAL: http://www.sefuerondevacaciones.es/


ARGUMENTO

Brasil, 1970. El país sufre la dictadura militar desde 1964 y, en México, la selección brasileña de fútbol trata de ganar su tercera Copa del Mundo. Mauro, un niño de 12 años, cuyos padres deben irse de "vacaciones", como tantos otros de izquierdas, y que teóricamente queda al cuidado de un abuelo, en Sao Paolo, sueña con que Pelé y compañía consigan el preciado título.


TRAILER




CRITICA

Es de agradecer que una industria cinematográfica precaria como la brasileña, tan poco proclive a hacer aparición en nuestras salas, tenga su pequeño lugar de vez en cuando. Se agradece porque servidor adora descubrir esas películas de filmografías tan exiguas como exóticas y especialmente adora que algún distribuidor arriesgado ose plantarla en pleno verano, lleno de blockbusters destroza taquillas sabiendo el poco partido económico que puede sacar de ella.

Pero lo que no se puede hacer es estrenar cualquier película por el simple hecho de no ser “lo de siempre”, porque en ocasiones nos encontramos con obras cuyo único valor cultural es su país de procedencia. Y eso es lo que le sucede a esta película.

Porque si ignoramos el país del que procede, nos damos con un canto en los dientes y descubrimos la temible realidad: El año que mis padres se fueron de vacaciones es un drama convencional que perfectamente puede llegar de cualquier otro lugar del mundo.


Cuando hay que aplaudir una película, debe ser aplaudida venga de donde venga, y cuando hay que criticarla debemos hacer lo propio, porque lo peor que puede sucederle tanto al espectador como a la crítica cinematográfica es ser condescendiente con determinado tipo de cine y aplaudirla a rabiar por el simple hecho de existir. Y al que escribe estas líneas, amante del cine hasta la médula, no le gusta ser condescendiente con ningún tipo de cine. Si una película viene de la república checa, no voy a alabarla hasta las últimas consecuencias solo por estar rodada bajo producción checa, sino que la evaluaré y la someteré a un juicio personal que buscará los valores universales que tanto amo de este arte.

Quiero dejar esto bien claro, porque El año que mis padres se fueron de vacaciones no es una buena película, y es justo decirlo, y en absoluto debe ser considerado como una profanación por parte de los popes de la prensa.

El punto de partida es interesante, convencional pero interesante, los primeros cinco minutos nos sirven para contextualizar la historia de manera más que notable, el problema surge en el desarrollo de los acontecimientos y su planteamiento. Un desarrollo a medio camino entre el melodrama y la comedia con sus habituales tópicos. Un niño que queda a cargo de su abuelo judío que intenta integrarse en la comunidad a la que acaba de llegar mientras sus padres se esconden de la represión militar. La historia está desarrollada de manera burda, sin buscar un fin concreto, intentan colarnos supuestas metáforas que solo el realizador debe entenderlas en formato de interludios de partidos de futbol de la selección de Brasil y su planteamiento queda desdibujado desde el mismo instante en el que cada una de las secuencias resultan completamente prescindibles.


Buscador en todo momento de la lágrima fácil, Cao Hamburguer no consigue transmitir en el espectador ningún atisbo de emoción por mucho que intente forzarlo mediante una notable banda sonora y una realización funcional. Unos abrazos por aquí, una lágrima por allá y parece que debe ser suficiente para que el espectador empiece a sentir compasión por el niño, que a dios gracias no es una de esas repelentes criaturas que el cine nos ofrece habitualmente. Y sin embargo no es suficiente, y más que emoción, nos queda la sensación de cierta dejadez por parte de todo el equipo técnico y artístico, y esto por desgracia si se transmite en espectador, que asiste impasible a los 100 minutos de metraje, sin reír, sin llorar, sin presentar ningún gesto que levante la película. Y para colmo, nos incluyen una voz en off absolutamente innecesaria, intentando inútilmente describir las impresiones del muchacho que sinceramente nos acaban importando bien poco. Y para rematar la faena, un final más que previsible, un intento de conciliar felicidad y tragedia en una secuencia, buscando contentar a todos los espectadores y cargándose cualquier tipo de lógica interna del filme. Un final poco coherente con los primeros minutos del filme que no hace sino confirmar la poca categoría del filme.


Al realizador le sobra el enfoque que le da a la historia, le sobra el desarrollo y por supuesto le faltan ideas, quizás si la historia hubiera sido narrada de otra manera, buscando alternativas narrativas y conceptuales, nos encontraríamos ante una película muy superior a pesar de sus convencionalismos, pero prefiere no arriesgar y mete la pata hasta el fondo. Una pena, porque bastante difícil es ver este tipo de cine como para que encima nos intenten colar lo primero que rueden. ¿Queréis ver películas alternativas que retraten como dios manda la infancia y que confirma lo que he escrito?, apuntaos estas cuatro: Leolo de Jean Claude Lauzon, Osama de Siddiq Barmak, El Globo Blanco de Jafar Panahi y Cinema Paradiso de Guisseppe Tornatore. Cuatro obras absolutamente superiores a esta película que queda exclusivamente para espectadores condescendientes y poco exigentes.


Javier Moreno

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